- No se va a conseguir de la noche a la mañana, pero, cuanto más tiempo tardemos en comenzar, más tardaremos en conseguirlo
| ALBERTO SEGADE ILLÁN |
La presentación del proyecto Agenda Urbana para nuestra ciudad, me anima a desempolvar una propuesta redactada hace tres años, que, ante la escalada de precios en el sector energético, ve multiplicado su interés, rentabilidad y efectos beneficiosos colaterales. En esencia, se trataría de convertir a Béjar en una ciudad autosuficiente en materia energética a través de las energías renovables. Este sería el objetivo a alcanzar a largo plazo a partir de la constitución de una Comunidad Energética que, aprovechando los recursos que están a nuestra disposición, podría ser realidad en el horizonte de dos décadas, pero que ofrecería ventajas, contantes y sonantes, casi desde sus inicios. Intentaré explicar de manera resumida cómo y por qué.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) organismo adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, define las Comunidades Energéticas de la siguiente manera:
Para poneros en situación, imaginad vuestra comunidad de vecinos, vuestro barrio o un polígono industrial y que todos ellos tuviesen como objetivo principal beneficiarse colectivamente de las mismas instalaciones de generación u otras medidas situadas en el entorno de dicha comunidad. ¿Qué supondría?…
Las comunidades energéticas pueden llevar a cabo múltiples actividades: producir, consumir, almacenar, compartir o vender energía. Un ejemplo de este tipo de actividades en las que se pueden basar, son el autoconsumo o la generación distribuida, que suponen un factor importante para el ahorro económico de muchas familias, especialmente para las más vulnerables, pudiendo de esta forma hacer frente a la pobreza energética. Además, se evita la dependencia sobre las compañías eléctricas convencionales y se aumenta la competitividad en la industria. Los beneficios ambientales son importantes, con una disminución de la energía consumida, un aumento de energía renovable distribuida o una reducción de los combustibles fósiles utilizados, así como los sociales, con el empoderamiento ciudadano, la creación de empleo local, la creación de un tejido comunitario o la reinversión de los beneficios de la actividad en los aspectos prioritarios para la comunidad. Como podéis ver, una mayor participación de la ciudadanía en el sector energético es crucial para el cambio y refuerza el papel de los ciudadanos y garantiza el derecho de acceso a la energía.
Si queréis conocer cómo sería una Comunidad Energética… En el municipio de Crevillent, de la mano del Grupo Enercoop, son pioneros por convertirse en la primera comunidad energética local de Europa.
En la propuesta que presenté ante diferentes organismos y asociaciones (que seguirán conservando en alguna carpeta o cajón) exponía varias razones, en concreto diez, por las que consideraba que nuestra ciudad podría ser la candidata perfecta para una iniciativa de ésta índole.
En primer lugar porque es pequeña, algo más de 12.000 habitantes en un ámbito de 500 Has. (suelo urbano y urbanizable). Afrontar este objetivo en ciudades más grandes sería mucho más costoso y complejo. En el caso de nuestra ciudad: el número de habitantes permite contar con los suficientes para que la idea pueda ser viable, pero no tantos como para que su magnitud la convierta, hoy por hoy, en inabordable. Estamos, pues, en el tramo idóneo para su viabilidad.
En segundo lugar, porque Béjar, aunque pequeña, es una ciudad. Con hospital, comisaría, delegaciones de la Administración, Juzgados, residencias, Guardia Civil, varios colegios… etc. Tiene hasta un campus universitario de carácter tecnológico, algo tan importante que se merece un punto por sí solo.
Porque, abundo en mi tercer argumento, tiene un campus universitario de carácter tecnológico, con Escuela Superior de Ingeniería Industrial, que nos permite no tener que encargarle a nadie que diseñe y coordine el “modus operandi”. Si se diera el caso, podría ser hasta un proyecto conjunto para sus estudiantes, que se llevaría a cabo mientras se gestionan todas las cuestiones administrativas, búsqueda de `partners´, acuerdos con las diferentes Administraciones y se termina de dar forma al proyecto en términos de gestión y financiación (ya entonces señalaba que podría comenzarse con una cooperativa de autoabastecimiento energético, al estilo de las muchas que ya existen en España).
El cuarto argumento es una feliz casualidad geológica, ya que Béjar está a las faldas de una sierra con cumbres de 2.300 metros de altura. Lo que constituye una especie de gran rampa con 1.400 metros de desnivel por la que discurre el agua en forma de ríos, torrentes y regatos. Toda esa red fluvial podría aprovecharse a través de sistemas minihidráulicos, tanto para la producción de energía eléctrica, como de hidrógeno por electrolisis del agua (En aquellos tramos horarios en los que la producción de energía eléctrica supera a la demanda. Ya hay sistemas de este estilo en Alemania; mediante ellos la energía sobrante no se almacena en baterías sino en depósitos de hidrógeno, una de las fuentes limpias de energía en auge) con especial aplicación en el curso del Río Cuerpo de Hombre, en el que ya existen numerosas instalaciones, la mayoría abandonadas, que, en su tiempo, proporcionaron energía a las fábricas hoy cerradas (de hecho, el Ayuntamiento de Béjar es ya un actor de importancia en la producción de energía renovable con sus centrales, que podrían constituir la base de partida para configurar el sistema. Así que no partimos de la nada).
Quinta razón. Porque contamos, incluso, con una planta de producción de placas solares fotovoltaicas, que perteneció al grupo UNISOLAR, que, aunque actualmente se encuentra en liquidación, podría relanzarse al calor de este proyecto. O sea que si hacen falta placas, las hacemos nosotros, que podemos y sabemos.
Sexta. Porque Béjar se encuentra en una zona de elevada masa forestal. Según los estudios publicados por la Diputación, existe en nuestra zona biomasa disponible (es decir que sólo hay que cogerla) para alimentar una o dos centrales energéticas o varias fábricas de pelets. Si sumamos a esta biomasa disponible la que se produce en entresacas o talas selectivas, multiplicaríamos el recurso.
Séptima. Porque Béjar tiene un porcentaje superior al 60% en el total de días anuales con cielo despejado para la generación de energía solar y favorables condiciones para la generación de la eólica.
En octavo lugar, una de las razones más importantes, que el hecho de ser dueños de nuestras fuentes de energía nos permitiría cubrir nuestras necesidades de manera autónoma, con ventajas de coste y posibilidades de beneficio; pudiendo proporcionársela con condiciones ventajosas (o regalársela) a las actividades productivas y generadoras de empleo. Todos los habitantes se verían beneficiados, por lo que residir en Béjar, tendría un atractivo añadido, nuestra ciudad podría desarrollar con ventaja todos los sistemas posibles de movilidad sostenible no sólo referidos a vehículos, sino también en otras direcciones, como por ejemplo, un sistema de remontes tipo rampa que conectara transversalmente los ejes de la ciudad, muchas veces en fuerte pendiente.
En penúltimo caso, porque esos recursos, que la naturaleza ofrece en nuestro territorio, son nuestros. Si no los utilizamos los estaremos desaprovechando y, tarde o temprano, los aprovechará otro que nos cobrará por ello.
Y, finalmente, porque es posible (ya existen ejemplos). No se va a conseguir de la noche a la mañana, pero, cuanto más tiempo tardemos en comenzar, más tardaremos en conseguirlo. Vivimos una época de cambio sistémico en todos los órdenes, lo que nos obliga a romper con los sistemas del pasado ya que, quien no lo haga quedará fuera de juego. Lo que no es posible es seguir como estamos y esperar que las cosas cambien. Si no damos un volantazo no podremos evitar la caída al precipicio.
Resulta, además, que este proyecto se ve perfectamente retratado en el Plan de Energía y Clima (PNIEC) del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, que se adapta como un guante al objetivo planteado, para revertir la situación en una ciudad como Béjar.
Para la Escuela Superior de Ingeniería Industrial y el Centro de Investigación Tecnológica de la USAL, también sería una oportunidad de oro a fin de aspirar a situarse en la vanguardia de la investigación y aplicación de tecnologías limpias para la obtención de energía.
Con todo, la consecución del objetivo que se propone, dependerá, fundamentalmente, de que sea asumido por el conjunto de la ciudadanía, tanto a nivel individual como colectivo. Una circunstancia que, en mi opinión, es la que más refuerza su viabilidad; ya que no depende tanto de las subvenciones, cuanto de que el conjunto de la ciudadanía se ponga de acuerdo para llevarla a cabo, que nos comprometamos a nivel particular y colectivo y que lo hagamos bien. El proyecto Agenda Urbana puede asumirlo perfectamente, ya que está enfocado, según se ha publicado, en avanzar hacia una Béjar más sostenible, equitativa e innovadora con la mirada puesta en el año 2030, coincidiendo con la Agenda de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
En el acto de presentación de este proyecto se animó a la ciudadanía a presentar sus propuestas y aportaciones. Como he señalado anteriormente, esta propuesta ya fue remitida a diferentes instancias: la Escuela Superior de Ingeniería, el grupo de Técnicos del Programa de Fomento y Reactivación de la Actividad Industrial de Béjar 2019-2021, el Centro de Investigación Tecnológica de la USAL, el Ayuntamiento de Béjar y diferentes personas y colectivos que podrían ayudar a hacerla posible, incluido el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico.
A la espera de que la siembra fructifique, me dirijo ahora a toda la ciudad, casi como si publicara un manifiesto, con la expectativa de que más personas se sumen al empeño. Cuando redacté mi propuesta, incluía una razón adicional: que Béjar sería ciudad pionera en Europa. Ya no lo podrá ser, porque Crevillent, municipio de 28.000 habitantes (algo más del doble que Béjar), presentó un proyecto similar a finales de 2019 a través de una cooperativa eléctrica local, en colaboración con el Ayuntamiento, y con el apoyo de la Generalitat Valenciana y el Instituto para el Ahorro y Diversificación de la Energía (IDAE), que ya está proporcionando un precio sensiblemente más bajo (hasta el 50%) en la factura de la luz a los vecinos conectados.
Pero el no ser los primeros, puede ser una ventaja. Por dos razones. La primera, que se demuestra la oportunidad de la idea y se ratifican todos los planteamientos antes apuntados, con el añadido de que, en nuestro caso, contamos con más recursos. La segunda, que tenemos claro el ejemplo de cómo hay que hacer las cosas, ya que hace tan sólo dos semanas, el Ministerio de Teresa Ribera ha reconocido al Grupo Enercoop de Crevillent con el Premio Extraordinario de Energía 2021 por su labor pionera en la producción y autoconsumo energético. Béjar, por su parte, acaba de recibir el premio de ser uno de los 110 municipios españoles que presenta su Agenda Urbana, lo que viene a posibilitar la puesta en marcha de iniciativas como la que acabo de exponer.
Por todo ello, animo a particulares, comunidades, asociaciones de vecinos, y demás colectivos ciudadanos a que consideren esta iniciativa y, si lo estiman oportuno, la adopten como suya, contribuyendo a hacerla realidad.