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Editorial 502 | La gata Flora en Béjar

La fiscalización democrática al equipo de Gobierno, responsable y constructiva, es la tarea asignada a los tres grupos de la oposición en el caso de Béjar. Sin embargo, perder el poder deja una herida muy abierta, propensa a infecciones, e imposible de cerrar sin una terminante regeneración propia del siglo XXI. El vinagre, a estas alturas, no es bueno para la cicatrización.

Béjar debe estar muy bien cuando una cuestión tan baladí, como es un despacho, trae tanto llanto, berrinches infantiles y quejíos, desde el principal partido de la oposición. Máxime cuando ellos mismos despreciaron esa solicitud a PSOE y a IU (hasta que les obligó una sentencia judicial) aduciendo que «para eso estaba la sala de concejales».

Es más, el PP sacó por aquel entonces un rabioso comunicado en estos términos:

Ahora que están en la oposición, el PP solicita el local incluso antes de constituirse como Grupo Municipal. El equipo de Gobierno (PSOE) se lo concedió apenas 3 meses después de su petición, y protestaron incluso ante el Procurador del Común porque «no estaba totalmente equipado». Los socialistas reciben la queja, les indican que les darán de nuevo la llave del habitáculo cuando esté amueblado, y también refunfuñan por eso.

Finalmente, cuando se iba a proceder a entregar el despacho, totalmente acondicionado y dotado de mobiliario, se niegan a recibirlo porque, además de ello, quieren contar con un “empleado municipal de referencia” a su disposición para “que les lleve la agenda del Grupo”. Lejos de desmentir esto, desde el PP encima lo admiten afirmando: «Seguro que nos podemos permitir que un funcionario municipal ya contratado atienda las peticiones de información pública de este grupo municipal».

Es decir: Ahora solicita lo que denegó a otros cuando gobernaba, ahora ya no les importa el coste de más de 3.000 euros del despacho cuando ese dinero sigue saliendo del bolsillo de todos los bejaranos, y si esto no fuera suficiente, ahora pretenden que todo un empleado municipal esté a disposición de ese grupo de la oposición.

En conclusión: O el cinismo postmoderno se ha implantado definitivamente en el PP  de Béjar, o la gata Flora se les ha colado en el partido.

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