- Antonio Cámara parece querer romper con la dinámica de permanente confrontación
| ALBERTO SEGADE ILLÁN |
Tras un 2021 para olvidar, aún afectados por una pandemia convertida en tragedia, tanto por las vidas perdidas como por su repercusión socioeconómica, y en una ciudad que sigue perdiendo habitantes en un prolongado proceso de decadencia arrastrado desde hace décadas, el año nuevo trae de la mano un cambio en la alcaldía de Béjar. Así se ha resuelto la crisis en el gobierno municipal, ante una ciudadanía que comprueba cómo los proyectos no avanzan ni las soluciones fructifican en un clima de desacuerdo, que es el menos indicado para los tiempos que vivimos.
Antonio Cámara, sin embargo, parece querer romper con la dinámica de permanente confrontación y, a partir de sus primeras declaraciones, ha manifestado que cuenta con todos los grupos políticos para trabajar en la búsqueda de soluciones. Hay, por lo tanto, indicios de que estamos ante una nueva oportunidad.
Ya veremos si le recogen el guante, pero, de momento, ha quedado claro que Alejo Riñones (que acumuló tres pagas mensuales en su etapa de alcalde) y los suyos, optan por la estrategia de tierra quemada y no han desaprovechado la ocasión de impedir la aprobación de un sueldo que permita tener al nuevo regidor la dedicación exclusiva conveniente a su cargo, lo que no sólo está en línea con la situación de muchos alcaldes del PP, sino que además se ajusta a la lógica, la norma y la ley.
El Sr. Riñones lo dejó bien claro, tras vaticinar el fracaso del nuevo gobierno y desearle de manera envenenada suerte y acierto al nuevo Alcalde en su toma de posesión: “nos veremos en las próximas elecciones”; con lo que parece que su objetivo es recoger réditos electorales, haciendo campaña desde la oposición. De momento, ya ha puesto la primera piedra en el camino.
No nos parece lo más adecuado para la solución de nuestros problemas, porque la necesidad de un consenso entre todos afecta a muchas cuestiones de capital importancia para la ciudad: El Plan de Reindustrialización, la gestión de La Covatilla, la búsqueda de soluciones ante la despoblación, la revitalización del casco antiguo, el impulso directo al turismo (con la puesta en valor de El Bosque, de la Plaza de Toros, la Vía Verde, los museos, las rutas y todo el conjunto de instalaciones turísticas, culturales y deportivas del Ayuntamiento), la lucha por el Hospital, la adopción de medidas ante la pandemia, la implantación de energías renovables, la mejora en redes informáticas… Ninguna de estas y otras relevantes cuestiones puede seguir esperando un año y medio.
Es hora de tender puentes, no de cavar trincheras, ni de alimentar la confrontación política con fines electoralistas en permanente campaña. Las cartas están ya repartidas y hay nuevo gobierno municipal. Tampoco cabe perder más tiempo ni energías discutiendo por lo que pudo ser y no fue, o por afrentas y cuentas pendientes.
Todavía rondan en el aire los buenos augurios de la Nochevieja. Como siempre, de nosotros depende que se hagan realidad. Apelamos por tanto, incluyendo al Sr. Riñones, para que impere el interés de la ciudad, pero no solo con vacías palabras, sino con hechos, y que prevalezca el acuerdo tras la discusión constructiva, para que la nueva corporación sea capaz de revertir la situación. Ojalá que así fuera, tendríamos entonces motivos para compartir un feliz año nuevo.