JOSÉ MATEOS MARISCAL | Emigrante
Cada día se van más. Unos 50.000 al año. El número de españoles que enfila hacia Alemania recuerda las cifras de los años 60 y 70. Entonces, una comedia, «Vente a Alemania, Pepe’» retrató aquella inmigración. Ahora, otra, «Perdiendo el norte», actualiza el fenómeno. Reunimos a estas dos generaciones en Múnich.
Nacho Velilla buscaba un argumento para su próxima comedia cuando, una mañana, reunió a su equipo creativo. Corría el año 2012. Sobre la mesa, algunos recortes de prensa reclamaban su atención. 30.000 españoles se fueron el año pasado a Alemania, cifra que no se alcanzaba desde 1973. El Ministerio de Empleo prevé que entre 2010 y 2020 un millón de españoles emigren al exterior.
«Que levante la mano el que tenga algún pariente, amigo o conocido en Alemania». En la sala había 10 personas y todas levantaron la mano. Velilla, el hombre detrás de series como «Siete vidas» o «Aída», y taquillazos como «Fuera de carta» y «Que se mueran los feos», ya tenía lo que buscaba.
Tres años después, recién estrenada «Perdiendo el norte», retrato de un grupo de jóvenes ultraformados buscándose la vida en Berlín, la marea hacia Alemania sigue creciendo. Al año son ya más de 50.000 los españoles entre quienes no parece haber calado el optimismo que transmiten agentes económicos y políticos en nuestro país. La cifra, de hecho, remite a la gran inmigración que llevó hacia tierras teutonas a más de 700.000 españoles entre 1960 y 1973 -retratada por Pedro Lazaga en «Vente a Alemania, Pepe»-, cuando el régimen de Franco encontró en tierras germanas una válvula de escape para canalizar parte del masivo flujo de trabajadores del campo que, sin cualificación alguna, emigraban hacia los centros industriales. Hoy, sin embargo, el panorama ha cambiado de forma radical.
Ya en 1960 se marcharon más de 30.000 personas y el flujo alcanzó su pico en 1965, rondando los 80.000 inmigrantes enfilando hacia la República Federal Alemana. Entonces, el Gobierno puso freno a la marcha de mano de obra cualificada, indispensable para el desarrollo de la incipiente industria española, pero hoy, entre quienes buscan el sueño germano, dos tercios poseen estudios superiores y mejor formación incluso que la media alemana.