AUTOR: ALBERTO PÉREZ DOMÍNGUEZ
Si la historia del movimiento obrero es una historia soterrada, olvidada y poco menos que proscrita por los gobiernos y los historiadores “oficiales” del régimen capitalista, qué podemos decir de la historia del pensamiento libertario, pisoteada por aquellos y silenciada incluso por los que se dicen sus compañeros de trinchera, quizás por ser este pensamiento ajeno a las injerencias y siempre independiente de quienes detentan las distintas formas de poder.
No es éste un lamento nihilista ni una súplica de atención a unos y a otros, sino una realidad que hemos de asumir y frente a la que debemos actuar en consecuencia.
Quizás uno de los deberes que se adquieren como militante sea el de desempolvar ese pasado reciente que rodea a cada uno de nosotros, ese pasado cercano, esas miles de pequeñas historias, las hebras del gran ovillo, la madeja de intrahistorias que conforman, no la historia oficial de reyes, fechas, políticos y batallas, sino la Historia con mayúsculas forjada por los hombres minúsculos que la escribieron con sus ideales y su sangre. Nuestro deber, decía, para con las generaciones futuras pueda ser ése, conservar, al menos, lo que no se ha perdido en la arena del tiempo, para que ellos puedan seguir tirando y desenredando el hilo de la Historia.
Béjar burgués y obrero frente a Salamanca aristocrática y agraria
El siglo XIX había dado lugar en Béjar a una sociedad, radicalmente distinta a la del resto de la provincia, empapada de todas las tendencias políticas, sociales y culturales del momento. Multitud de sociedades , círculos, sindicatos, mutuas, cofradías, etc. habían conformado una población muy tendente a la colectividad y al asociacionismo que encuentra en la unión un modo de enriquecimiento, de impulso ante las dificultades y de mayor capacidad de maniobra. Asimismo, se habían ido solidificando dos distantes clases sociales, que hacen alarde de sus respectivas condiciones. Todo esto hace que haya sido definida por algunos estudiosos como una «pequeña Barcelona».1
Preeminencia de la industria textil aunque en crisis
Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, Béjar se ha configurado ya como un centro industrial textil, si bien es cierto que, aunque ligeramente, la tendencia del porcentaje de este sector en la ocupación activa va disminuyendo progresivamente hasta que el proteccionismo de la primera etapa franquista sirve de nueva rampa de despegue para esta industria. Así, si en 1913 el textil supone un 64,4% de la actividad total, en 1940 hablaremos de un 60,7%.2
La participación femenina en la actividad industrial
Muy destacable también durante el primer tercio del siglo XX es la participación femenina en la industria textil, aumentando su presencia un 363% desde 1913 a 1937, frente a un crecimiento masculino del 57,6%. Este dato contrasta con el del resto de la provincia, o incluso de la región, donde la participación femenina en la industria en particular y en el trabajo asalariado en general es apenas visible. Siendo así, la prensa local, sobre todo a través de su publicación católica integrista La Victoria, las acusó entonces de abandonar sus obligaciones familiares, domésticas y de ser instigadoras, en muchos casos, de los sucesos violentos en que terminaron , a veces, las manifestaciones callejeras.3
Mutualismo
Las principales bases en las que se sustentaba el movimiento obrero bejarano son el sindicalismo y el mutualismo. Cabe destacar el mutualismo católico que intentó mostrarse como una alternativa en la conquista del terreno social, pero que en la práctica resultó absolutamente ineficaz, estando éste copado, sin duda alguna, por las sociedades obreras sindicales. Fue precisamente la fuerte implantación del sindicalismo la razón del predominio del mutualismo obrero sobre el católico. Esta debilidad del mutualismo católico fue además la excusa perfecta para que la patronal se lanzara sin contemplaciones a endurecer su postura frente a las reivindicaciones de las sociedades obreras al finalizar la segunda década del siglo XX4, años en los que otros factores, como pueda ser el decreto firmado por Primo de Rivera en febrero de 1924, suprimiendo el paño que se usaba hasta entonces en los uniformes del Ejército, y fabricado en Béjar principalmente, sustituyéndolo por el “kaki”, llevaron a acentuar aún más el radicalismo empresarial.5
Las sociedades obreras textil y de la construcción
A partir de 1904 el panorama sindical se compone de dos federaciones, la textil, eminentemente vinculada a la UGT, y la de la construcción, que reúne a las sociedades de albañiles, canteros y carpinteros de obra. Existía, además, una Junta Central, con representantes de ambas federaciones y que las coordinaba y dirimía las cuestiones que muchas veces desbordaban los ámbitos de decisión societaria. Esta Junta Central mantenía relaciones directas con la agrupación socialista. Es justo señalar que, igualmente, existieron sociedades que actuaron en solitario, relacionándose, si acaso, a última hora con la Junta Central.
Estas sociedades y federaciones tuvieron un papel decisivo en la creación de una fuerte conciencia de clase, convirtiendo a la organización sindical en espejo en el que mirarse, siendo éste un espejo de solidaridad, disciplina, autonomía y compañerismo, pues también sus locales constituían lugar de encuentro, amparo y confirmación de grupo.
Para el año 1914 contamos 1075 obreros en la textil (825 varones y 250 mujeres). Las cifras de afiliación que se manejan se refieren únicamente a población masculina, existiendo un vacío, al menos hasta el momento, sobre los datos de sindicación femenina, aunque no debió de ser para nada despreciable, dada la participación y protagonismo que tuvieron las mujeres en las distintas huelgas y crisis (como el “Motín del pan” de 1920). Se sabe que las sociedades obreras ugetistas contaban con 615 afiliados, lo que supondría un 74,5% de afiliación masculina, a la que habría que sumar el porcentaje de afiliados de los otros 210 obreros textiles, desconocido, e integrado en agrupaciones anarquistas de las que apenas se tiene información.
De los 593 obreros que figuran en las demás industrias se desconoce también el porcentaje de afiliación (sociedades de obreros constructores, sociedad de dependientes, etc.), aunque por las tensiones orgánicas que se suscitaron entre la federación textil y ésta, su número no debe desdeñarse.6
La tensión entre sindicalismo y política
La actitud obrera local se suele dividir en periodos.
El primero, de 1900 a 1931, se caracteriza por el dominio de la organización sindical sobre la política, años en los que la abstención se convertirá en la conducta más frecuente.
El segundo ciclo coincide con los años de la II República e inclina a considerar la preeminencia de las preocupaciones políticas sobre las sindicales. Ahora la conflictividad laboral se solapa en el conjunto de las acciones políticas y los órganos del PSOE son los encargados de decidir y respaldar las actuaciones.7
El nacimiento de la CNT en Béjar
El germen de esta incipiente y tardía CNT en Béjar está en el Sindicato de la Construcción, a través de la Sociedad de Albañiles y Canteros.
Debido, principalmente, a los motivos anteriormente expuestos, de predominio de la acción partidista en este nuevo periodo, controlada esta acción política por el PSOE, y también ante la necesidad de adherirse a una de las dos grandes centrales sindicales del momento, alegando que si un día había necesidad de ayuda en un conflicto, se tuviera el apoyo y la solidaridad de ella, se planteó en junta general el debate y posterior votación sobre la adhesión a la UGT o a la CNT8, de lo que resultó que un 98% de los obreros del sindicato se integró en la CNT.
«Votaron el ingreso en la confederación porque creían sinceramente que era más sindical que política, a diferencia de la UGT, que todos sabíamos estaba controlada por el Partido Socialista. Algunos grupos de tejedores e hilanderos de la industria textil, que habían sido promotores de que el Sindicato de la Construcción ingresara en la CNT, decidieron permanecer disciplinariamente dentro de los gremios afiliados a la Unión General de Trabajadores, aunque su mentalidad era sindicalista, para no producir una escisión de este grupo.» —relata Ángel Blázquez en la entrevista realizada en 1976 por María Ruipérez.9
Esta adhesión no debió de sentar muy bien en las filas del partido socialista, acostumbrado éste a acaparar bajo su influencia la mayoría de las restantes sociedades obreras, inscritas en la UGT. La batalla local dio lugar a que se tomara un nuevo acuerdo en junta general de albañiles y canteros, decidiendo constituirse como Sindicato de Oficios Varios, que fue llevando a su seno la mayoría de los peones de campo y obra.
La primera Junta constituida en septiembre de 1931, ya como Sindicato de Oficios Varios, estaba integrada por: Ginés García, carpintero (presidente); Ricardo Blázquez, albañil y uno de los principales promotores y fundadores del sindicato (vicepresidente); Tomás Collantes, albañil (secretario); Benito San Pedro, carpintero (vocal); entre otros.
«Muchos de mis compañeros y yo mismo asistíamos a las juntas para irnos preparando para resolver en el futuro cualquier problema que se planteara a la organización. Nuestra formación de militantes se desarrollaba, demás del contacto diario con el trabajo, a base de lecturas y préstamos de libros que nos dejaban los demás compañeros. Entre ellos La conquista del pan de Pedro Kropotkin, obras de Malatesta, de Bakunin, Marx, y de la mayoría de los teóricos del pensamiento socialista que estaban en la Biblioteca del Sindicato.» continúa Ángel Blázquez en la citada entrevista.
Ya en 1934, durante el mes de mayo y en medio de la campaña del nuevo gobierno (Bienio negro) contra los colectivos obreros, el gobernador civil emitió orden de detención contra todos los miembros del Comité del Sindicato de Oficios Varios, siendo éstos arrestados en sus domicilios entre las tres y las cuatro de la madrugada del lunes 8 y encarcelados. En la noche del lunes, la afiliación, unos 150 en aquel momento según el diario La Victoria, tomó el acuerdo de ir al siguiente día, y por 48 horas, a la huelga. Tras las gestiones de una comisión de obreros que se reunió con el alcalde, republicano, se consiguió que los detenidos fueran puestos en libertad, disolviéndose la concentración que se mantenía desde primera hora de la mañana en la Plaza Mayor, en los aledaños de la cárcel, tras vivirse horas de mucha tensión en las calles.10
En 1936, siendo presidente del SOV Cipriano Blázquez Jiménez, hermano mayor del referido Ángel, y según relata aquél en sus memorias, los casos laborales se acumulaban cada día, refiriendo varios de ellos y de los que transcribimos parcialmente uno por sus características, siendo paradigmático de la lucha de esta central, pues primó la lucha sindical por encima de la legalidad, lo justo sobre lo judicial.
«Una familia, que después de perder a sus padres, se vinieron a Béjar y el mayorcito se colocó de peón en las obras que se estaban realizando por aquel entonces del alcantarillado de Béjar. Por aquella época, por aquello de la Ley de Términos Municipales, no le querían dejar trabajar, ya que no llevaba avecindado los seis meses que como mínimo exigía la famosa ley. […] [A la salida del trabajo] me encaminé a estar con el contratista […] No fue muy difícil convencerle de que no le despidiera, ya que nosotros responderíamos de las consecuencias que pudieran derivarse. […] Diremos a este respecto que si el caso, bien a todas luces, era humano, tampoco era muy sencillo, ya que nos enfrentábamos con la Ley y además teníamos enfrente a la Unión Federal [General] de Trabajadores que la defendían, así pues se estableció un contencioso entre ambas centrales dando lugar a que se desplazara el señor Gobernador a Béjar con el cual tuvimos una entrevista […] No crea usted que fue muy fácil, pues el Gobernador era socialista y como es natural defendía a sus colegas amparándose en la Ley […]
– Señor Gobernador, con todo respeto le decimos que por favor no nos amenace usted por la fuerza, porque de antemano le decimos que no lo aceptamos y llegaremos a donde ello nos sea posible. No podemos aceptar una Ley que condena a unos niños, seres indefensos, a que se mueran de hambre, y que si la Ley no lo ha previsto, no es culpa nuestra; pero no obstante, nosotros le prometemos respetar la Ley si usted, como primera autoridad de la provincia, se compromete a dar de comer a esos niños hasta tanto venza el plazo para que pueda trabajar su hermano mayor y gane sustento.
No puedes figurarte, querido lector, los ejemplos que tuvimos que poner para lograr convencer al señor Gobernador de la tremenda injusticia que se pretendía cometer, amparada y respaldada por la Ley, hasta que al fin nos dijese que nos fuésemos tranquilos que ordenaría continuase en su puesto de trabajo.»
De los cinco hermanos Blázquez Jiménez que vivían antes del 18 de julio de 1936, todos ellos afiliados a CNT, Martín y Mariano fueron muertos en los primeros días de la sublevación, Cipriano y Domingo encarcelados y Ángel se convirtió en el icónico topo bejarano que permaneció escondido durante casi veinte años. Pero eso es otra historia…
BIBLIOGRAFÍA:
(1) Rivadeneyra Prieto, Óscar. Sociedad y política en Béjar desde la Segunda República hasta la actualidad (1931-2013). HISTORIA DE BÉJAR /VOLUMEN II, pp. 253-254.
(2) López Santamaría, Jesús. La ciudad de Béjar en el siglo XX. HISTORIA DE BÉJAR /VOLUMEN II, p. 222.
(3) López Santamaría, Jesús. Op. cit. p. 222.
(4) López Santamaría, Jesús. Op. cit. p. 222..
(5) Ruipérez María. La larga historia de un militante. TIEMPO DE HISTORIA n.º 22, 1-IX-1976, p. 33.
(6) López Santamaría, Jesús. Op. cit. pp. 223-225.10
(7) López Santamaría, Jesús. Op. cit. pp. 228-229.
(8) Blázquez Jiménez, Cipriano. Vivencias de y experiencias de un bejarano. pp. 22-23.
(9) Ruipérez, María. Op. cit. p. 35.
(10) “La huelga de la C.N.T. en nuestra ciudad”. La Victoria, 13-V-1933, p.3.