Emotiva y familiar. Así se puede denominar a la presentación de ayer en el Casino Obrero del libro de poemas de Antonio Gutiérrez Turrión Al paso de los días. Sin dejar de lado la literatura y, sobre todo, la poesía, centro de su labor creativa, la amistad y las relaciones familiares planearon sobre un acto cariñoso y lleno de sus sorpresas para su autor.
Comenzó con unas palabras del representante de la junta directiva del Casino Obrero y de la presidenta del Centro de Estudios Bejaranos, Josefa Montero García, organizadora del acto, quien trazó unas breves pinceladas acerca de cada uno de los intervinientes y agradeció al Casino Obrero la posibilidad de celebrar este tipo de eventos en su sede.
Luis Felipe Comendador tomó la palabra para, con su prosa poética, describir los impulsos que llevaron a su querido amigo Antonio a describir con mano maestra y el uso de la palabra el acontecer de los días. Trajo a colación recuerdos y memorias, origen de poemas y sueños.
Los editores del libro y amigos seculares del autor, Antonio Merino y Jesús Majada Neila, realizaron a dúo una semblanza biográfica literaria de Antonio Gutiérrez Turrión entreverada de sus poesías, en una lectura sensible y humana que emocionó a los presentes y sobre todo al protagonista. Su intervención concluyó con una sorpresa: la lectura por parte de Sara, nieta de Antonio Gutiérrez Turrión, de uno de los poemas dedicado a sus nietos.
Un sensiblemente emocionado autor introdujo a los presentes en la lectura de su libro, Al paso de los días, un poemario que recopila su creación poética a lo largo de trece años y setecientas páginas con más de novecientas composiciones. Su hilo conductor es la inexorabilidad del paso del tiempo y los temas que pueden asaltar al creador con el devenir de las jornadas.
Como él mismo dice en su blog Desde la terraza:
“Y qué queréis que os diga, me siento orgulloso de ser padre de esta criatura tan rolliza y sana. Se trata, en realidad, de un diario poético variado; tanto como el paso de los días: unos secos, otros lluviosos; unos oscuros y otros luminosos; unos con vestido de día de fiesta y otros casi desnudos… Es el paso de los días. Con él me he ido haciendo más maduro o tal vez viejo. Yo mismo lo noto ahora cuando vuelvo a sus páginas. Espero que también más experimentado y sensato.”
“Un libro se compone lentamente, al calorcito de la habitación y del ordenador o del cuaderno, al amparo de las lecturas continuas y del roce de la vida en las calles y en los parques, en las aulas y en las tiendas, en el bullicio y en el silencio, en las salas del pensamiento y de la imaginación. O sea, que se escribe en soledad, pero al roce de la vida, y, en primer lugar, para uno mismo. Mas, si alguien se acerca a sus páginas, verá que a esa habitación de escritura han sido invitadas numerosas personas, referentes claros en muchas de sus composiciones; o sea, que de alguna manera son protagonistas también. No obstante, sin los lectores (el primero y principal es el propio autor) no se completa el ciclo”
El libro está en venta en las librerías bejaranas.