- Revancha con orgía presupuestaria a costa de los bejaranos
La sentencia del Tribunal Constitucional, publicada el pasado 14 de julio, abrió la puerta a una moción de censura en el Ayuntamiento de Béjar pero también abrió otra, más sorda y alarmante: La del pánico político, ese que lleva a los gobernantes a actuar como okupas de lo institucional. Desde entonces, el equipo de Gobierno PP-Vox ha convertido la administración municipal en una trinchera, y el BOE en su último campo de batalla.
En apenas 72 horas, han licitado casi 189.000 euros en contratos. No para resolver emergencias sociales, ni para reforzar servicios públicos esenciales. No. El dinero ha volado en fiestas, fuegos artificiales y carrozas. Una coreografía burocrática tan apresurada como indecorosa, pensada para hipotecar el futuro político del municipio a golpe de adjudicación.
Uno esperaría, en tiempos de transición política, un mínimo de contención. Un respeto básico por la voluntad democrática en proceso de redefinición. Sin embargo, aquí, no hay ni rastro de prudencia. Solo prisa. La prisa del que sabe que se le acaba el tiempo y, antes de apagar la luz, decide dejar las ventanas rotas.
El mismo día en que toda la ciudad hablaba de la sentencia, mientras los partidos se replegaban y la prensa escudriñaba posibles mayorías, el Ayuntamiento licitaba —como quien firma un testamento con rabia— más de 130.000 euros para contratar orquestas y fuegos artificiales para las fiestas de 2025. ¿Qué urgencia hay, salvo la de dejar amarrado el gasto antes de ceder el asiento?
Y no fue un hecho aislado. Al día siguiente, más licitaciones: Alquiler de carrozas para celebraciones de aquí a 2027. Es decir, de los próximos 3 años. Una estrategia de tierra quemada vestida con contratos públicos. Como si las arcas del municipio fueran un botín de despedida.
Pero más allá del escándalo contable, lo que hiere es el desprecio. El desprecio por quien venga después, por las instituciones que dicen defender, por la inteligencia de los ciudadanos. No hay planificación en estos actos, sólo cinismo. No hay vocación de servicio, sólo trinchera y revancha.
El próximo gobierno, si la moción prospera como parece, no heredará una administración ordenada. Recogerá las sobras de una huida. Y lo peor es que las facturas seguirán llegando, mientras los autores de esta orgía presupuestaria se retirarán con la pólvora ya disparada.
En política, hay derrotas que se pueden asumir con dignidad. Pero esta no parece ser una de ellas. Aquí no se rinde nadie: Aquí se firma, se contrata y se gasta. Y después, que arda todo bajo los fuegos artificiales.