DestacadosEditorialPortada

Editorial 518 | La firma infame

  • Una ofensa al alma institucional, un último acto de arrogancia

En Béjar, ciudad de historia densa y orgullo dormido, se ha cometido uno de esos actos que, por su tamaño, parecen ridículos, pero por su significado, resultan imperdonables: A las 23:16 horas del 5 de agosto de 2025, con nocturnidad y cuando el poder ya le había sido arrebatado democráticamente, el reprobado y cesado Luis Francisco Martín (PP) firmó un decreto como si nada hubiese ocurrido.

Como si la moción de censura no hubiera sido votada, como si el tiempo pudiera congelarse bajo la tinta de su nombre. Firmó. Y en esa firma, ilegítima y posiblemente delictiva, dejó el rastro de la actitud típica de aquel político que desprecia el procedimiento. No fue un desliz administrativo, fue una ofensa al alma institucional. Un último acto de arrogancia, quizás de desesperación, pero sobre todo es profundamente inmoral.

A la luz de determinados precedentes del susodicho, por todos ampliamente conocidos, quien una vez pisoteó la legalidad, y lo volviera a hacer prácticamente en los mismos términos, no puede alegar ignorancia.

Mientras la derecha local, recalcitrantemente cavernaria y aborregada, se empeña en maquillar este hecho con tecnicismos o en banalizarlo como un malentendido, la realidad es concluyente y simple: Firmó un decreto cuando ya no era alcalde. Y esa línea, por muy fina que parezca, es un abismo.

No se trata solo de posibles consecuencias judiciales —que las habrá—, sino del mensaje que deja nítido para la ciudadanía; que Martín (PP) cuando pierde no se va, se aferra, forcejea, y si puede, firma.

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.Ver
Privacidad