Editorial 517 | La sombra de un legado oscuro
- Martín (PP) confundió autoridad con soberbia
Durante dos años, Béjar vivió bajo un gobierno sin alma. El Ayuntamiento se convirtió en un escenario de puertas cerradas, de decretos opacos y de facturas con reparos. El hasta ayer reprobado alcalde de Béjar, Luis Francisco Martín (PP), confundió autoridad con soberbia, gestión con improvisación, y poder con inmunidad. Gobernó olvidando que el cargo es una responsabilidad pública.
Diez concejales —de distintos colores— firmaron la moción que devolvió algo de oxígeno a la ciudad. El motivo no fue ideológico. Fue ético. Martín (PP) cayó por no estar a la altura de Béjar. Bajo su gestión se perdieron proyectos, se paralizaron servicios, se quebró la confianza institucional. La ciudad perdió dinero y tiempo. Perdió respeto. Y ese vacío no se llena con promesas ni comunicados. Se llena con responsabilidad, con transparencia y con memoria.
Antonio Cámara (PSOE) vuelve a la alcaldía en un escenario complejo, con una ciudad desconfiada y una administración desordenada. Pero lo hace, también, con la legitimidad del hartazgo colectivo. Gobernar es ahora proponer, reparar y reconstruir el tejido político, el diálogo institucional y la relación con la ciudadanía. Cámara debe entender que esta oportunidad no es una victoria, sino una prueba. Y que la ciudadanía no dará más cheques en blanco. El nuevo gobierno deberá escuchar más de lo que hable, trabajar más de lo que prometa, rendir cuentas más que buscar titulares, restablecer la confianza y recuperar proyectos perdidos. La moción de censura ha puesto el contador a cero, pero no olvidemos lo aprendido. La democracia local necesita ser cuidada, defendida y exigida, de manera constante y continuada.
El paso de Martín (PP) por la alcaldía será recordado como un episodio oscuro, polémico, vacío, y como un legado para la advertencia porque un alcalde nunca podrá gobernar contra su ciudad.

