Editorial 520 | Entre el olvido y la esperanza
- PP‑Vox gobernaban improvisando con sello oficial
Lo que el anterior equipo de gobierno PP‑Vox dejó en Béjar fue un rastro profundo de abandono institucional. Una forma de gobernar instalada en la desidia donde el rigor administrativo brilló por su ausencia. El reciente pleno municipal lo dejó claro con pagos realizados sin contrato, servicios esenciales prorrogados sin respaldo legal, e inversiones prometidas que jamás se ejecutaron. Más de 350.000 euros en proyectos que podrían haber mejorado la ciudad se perdieron por no hacer lo más básico. Béjar quedó detenida, a la espera de decisiones que nunca llegaron.
Que desde el Ayuntamiento se asumiera la irregularidad de tener empresas trabajando sin contrato en vigor, con silencio administrativo o con excusas de plazos vencidos, únicamente añade más gravedad a una gestión pública nefasta. Se gobernó a espaldas de la ciudad, sin transparencia ni planificación, como si el compromiso con Béjar fuera una carga pasajera.
En este contexto, llama la atención —y también merece reconocimiento— el gesto del procurador del PP en las Cortes, Raúl Hernández, quien ha colaborado con el actual equipo de gobierno PSOE‑TAB para impulsar la condecoración a la comisaria de la Policía Nacional. Un gesto de altura institucional que contrasta con la actitud del PP‑Vox local durante su mandato. Esa disposición de Hernández al diálogo y al acuerdo entre partidos e instituciones era absolutamente impensable con el reprobado y cesado Martín (PP).
La paradoja está escrita: Mientras unos dejaron la ciudad estancada, y los expedientes a medio hacer, otros ahora intentan, desde distintos colores políticos, sumar por encima de las siglas. Y eso, sin borrar el desastre que se heredó, ofrece al menos una imagen de posible madurez democrática.
Béjar merece esa altura de miras. No más gestos vacíos, no más gobernar desde el atajo o la pereza. La política local no puede permitirse otro capítulo de improvisación y oscurantismo. El tiempo de las excusas terminó. Ahora toca reconstruir, y sobre todo, no olvidar.

