La nostalgia del emigrante
JOSÉ MATEOS MARISCAL | Emigrante
Los primeros momentos, tras la llegada al nuevo país, son de euforia, de nuevas sensaciones, pero puede llegar a convertirse en un proceso de duelo ya que has perdido algo, estás lejos de los tuyos. Y por último viene la nostalgia.
Según los psicólogos existe la nostalgia del emigrante, y también puede causar trastornos psicológicos graves. Esta enfermedad fue descrita por primera vez por un médico suizo, Johann Höfer, en el siglo XVII, que había supervisado un grupo de soldados que, pensando todo el día en su tierra, manifiestan signos de depresión y otros síntomas como insomnio, pérdida de apetito, hiperventilación, ansiedad, e incluso fiebre. Tan pronto como los soldados regresaban a casa los síntomas iban desapareciendo.
Allí se quedó nuestro árbol genealógico, la familia. Cuando llega la navidad y fin de año, como zombis celebramos y reímos, pero nuestra risa es amarga pensando en las arrugas en la piel de nuestra madre y en las caras de nuestros hermanos y de más familia. Nos perdemos la infancia de nuestros sobrinos, el paso a la tercera edad de nuestros padres.
Si tenemos lágrimas nos la tragamos y siempre mostramos la mejor sonrisa. Nos da felicidad hablar con ellos, ayudarles. Nos hacemos responsables de sus problemas y también de los nuestros. Nuestra gran lucha. Ya no somos Españoles, ya no somos de ningún sitio, aunque tengamos la nacionalidad. Mueren nuestros seres queridos y muchos no hemos podido viajar a dar el último adiós.
A todos nosotros que hemos sido guerreros, hemos sido estoicos en aguantar los golpes, aguantar un frío que nos cala en los huesos, aguantar muchas veces racismo, e incomprensión, para todos nosotros, un Gran Homenaje, un Aplauso.