Cultura

‘Salamanca. Patrimonio inmaterial’, un acercamiento sencillo y visual a la esencia de lo nuestro

  • Una exposición amena y agradable del rico y variado patrimonio etnográfico que guarda nuestra provincia

| CARMEN CASCÓN MATAS & ENRIQUE G. PERIÁÑEZ |

La sala de exposiciones del Casino Obrero de Béjar fue el escenario escogido para la presentación del libro de Juan Francisco Blanco González, director del Instituto de las Identidades, Salamanca. Patrimonio inmaterial. Y no fue un acto al uso, sino una exposición amena y agradable del rico y variado patrimonio etnográfico que guarda nuestra provincia a modo de pinceladas, de pequeñas dosis, que invitan a descubrirlo por nosotros mismos.

Tras una amena visita por los lugares emblemáticos de esta institución bejarana de más de 140 años, como la biblioteca o el despacho, comenzó el acto con unas palabras de agradecimiento de Carmen Carpio en representación de su junta directiva, agradecimiento e invitación para que el Centro organice más actividades culturales en sus instalaciones. Por su parte, Josefa Montero García, presidenta del CEB, correspondió destacando la buena disposición del Casino para alojar los actos propuestos por el Centro y dio las gracias a Juan Francisco Blanco por acercarse a Béjar para presentar su nuevo libro.

Por su parte, el autor desgranó los principales temas que plantea en su obra, un catálogo basado en la fotografía y en el que omite cualquier descripción erudita basada en citas a pie de página, ya que va destinado a todos los públicos. En Salamanca. Patrimonio inmaterial, editado por la Diputación de Salamanca, el lector podrá encontrar un acercamiento a las manifestaciones salmantinas del patrimonio legado por nuestros antepasados de generación en generación, destacables por su variedad. Desde la artesanía y la gastronomía, pasando por las manifestaciones religiosas, la música, los ritos ancestrales o la arquitectura tradicional, Juan Francisco Blanco González pretende desvelar parte de nuestra esencia, una esencia que pertenece a todos los salmantinos, sin perder de vista el contexto y las manifestaciones cercanas. Y lo hace con humildad y sencillez, huyendo de academicismos, adentrándose en la pureza y la complejidad de unas manifestaciones agrícolas y ganaderas pertenecientes al pasado que van diluyéndose por obra y gracia de las transformaciones económicas y sociales. Destacó la importancia del saber popular que guardan nuestros mayores, sobre todo de aquellos que viven en las zonas rurales, recalcando que el analfabetismo no es sinónimo de incultura, pues son ellos los guardianes de ese conocimiento ancestral transmitido de generación en generación. No dejó de lado algunas tradiciones bejaranas como los Arcos de San Juanito, la festividad de San Antón y sus mantelás, o el Corpus Christi y sus hombres de musgo.

La humildad de Blanco sorprende: no ha querido que figure su nombre en la cubierta del libro y esa acción dice mucho de su manera de ser y de afrontar la investigación. Destacan en él su cercanía y su amabilidad, el modo cariñoso con el que trata a los que se le acercan, y su facilidad para comunicar aquello que le apasiona y le ha absorbido profesionalmente durante años. Declaraba que hace falta enseñar a valorar las sencillas manifestaciones rurales de un tiempo que se nos está escapando de las manos para saber conservarlo y no hay duda de que ayer consiguió ese objetivo con aquellos que tuvimos la suerte de poder escucharle.

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