Cultura

Presentación del libro de postales ilustradas en Salamanca

  • El último trabajo de Antonio Sánchez Sánchez y Juan José Antúnez Muñoz de la Peña

| JOSEFA MONTERO GARCÍA |

A las 20 horas de la lluviosa tarde del miércoles 24 comenzó en la Librería Víctor Jara de Salamanca la presentación del segundo volumen dedicado a la tarjeta postal ilustrada en Béjar, último trabajo de Antonio Sánchez Sánchez y Juan José Antúnez Muñoz de la Peña. Además del filólogo bejarano José Antonio Sánchez Paso y el historiador y miembro del CEB Emiliano Zarza Sánchez, que acompañaban en primer término a Antonio Sánchez, este estuvo arropado por otros miembros del CEB y por varios bejaranos residentes en la capital de la provincia, con lo que prácticamente se llenaron las localidades dispuestas por la librería.

Comenzaron el acto agradeciendo al Centro de Estudios Bejaranos y a la librería Víctor Jara el haber podido desarrollar esta presentación y se centraron el aquel Béjar del pasado reflejado en las magníficas postales, algunas de las cuales son únicas, con fotografías de Requena, Luis Cabrera, Montagut o Flores en el siglo XX e incluso alguna del famoso fotógrafo francés Jean Laurent, que visitó Béjar en el siglo XIX. Sánchez Paso glosó la labor de Antonio Sánchez Sánchez y Juan José Antúnez, que conservan estas maravillas y son mucho más que unos coleccionistas. Emiliano Zarza, como historiador comparó la labor de Antonio con la de un arqueólogo, gracias al cual se puede rescatar una parte importante del patrimonio.

En un magnífico ambiente rodeados de libros y de amigos, los tres oradores fueron desgranando aspectos de aquel Béjar de las imágenes, con la riqueza del ruido de las fábricas y las calles llenas de gente, a pesar de que aparecen muy pocas personas en las postales. En ellas destacan dos edificios míticos: el Rascacielos, que se construyó a finales de los años 50 del siglo pasado y el que siempre conocimos como “el Ambulatorio”, que es nuestro hospital. Ambos sobresalen por su altura, especialmente el primero, que con sus diez pisos, era el edificio más alto de la ciudad a mucha distancia del resto de las casas. Todo ello fue subrayado con la proyección y amena explicación de varias de estas imágenes, que aparecen organizadas en nueve capítulos y un apéndice. Mientras tanto, algunos viajamos a los lugares mágicos de nuestra infancia, como los columpios de Monte Mario, los pasillos de nuestro parque entonces frondoso o Santana. Gracias a nuestros queridos coleccionistas por rescatar este patrimonio y más aún, por ofrecérnoslo a todos.

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