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Tradicional Romería de los ‘Paporros’

  • Una festividad con historia, iniciada en el siglo XV

Se trata de una de las festividades más arraigadas y con más de medio milenio de historia que congrega a cientos de fieles y curiosos, especialmente procedentes de la cercana localidad cacereña de La Garganta. La jornada, celebrada este Lunes de Pentecostés, ha sido un vibrante testimonio de devoción, cultura y lazos ancestrales entre dos pueblos.

Desde las primeras luces del día, La Garganta se ha llenado de actividad. Los ‘paporros’, gentilicio popular para sus habitantes, han engalanado sus caballerías, aunque hoy en día muchos optan por vehículos para llegar hasta El Castañar, manteniendo viva la esencia de la peregrinación. El recorrido hasta el santuario es un momento clave, con la llegada de jinetes y romeros que se unen para honrar a la Virgen del Castañar.

Uno de los momentos más simbólicos y esperados de la romería es el intercambio de bastones de mando entre los alcaldes de Béjar y La Garganta en el paraje conocido como la Curva de la Herradura. En esta ocasión entre el reprobado Luis Francisco Martín y Juan González Castellano respectivamente. Este gesto, cargado de significado, simboliza la hermandad y la continuidad de una tradición que se remonta a siglos atrás, cuando ambos territorios formaban parte del antiguo ducado de Béjar y existió una disputa sobre el hallazgo de la Virgen.

Tras este acto protocolario, la procesión ha continuado hasta el Santuario, donde se ha celebrado la solemne Santa Misa en honor a la patrona. Después de los oficios religiosos, la jornada se ha transformado en una verdadera fiesta campestre, con familias y amigos compartiendo viandas, risas y bailes en un ambiente de convivencia. La gastronomía local, con platos como la leche frita, no ha faltado en esta celebración.

La Romería de los Paporros es mucho más que una fiesta religiosa. Es un pilar fundamental de la identidad de La Garganta y Béjar, un lazo que une generaciones y un recordatorio constante de la rica historia y las costumbres compartidas. A pesar de los cambios en los modos de vida, la esencia de esta romería, que se inició a mediados del siglo XV, perdura con fuerza, demostrando el profundo arraigo de la devoción mariana y el espíritu comunitario en esta comarca.